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lunes, 5 de octubre de 2009

Homenaje a un escritor de mi pueblo

Ha muerto Rafael Arozarena, uno de los miembros de los Fetasianos.
Siempre pensé que era de mi pueblo porque lo confundía con Isaac de Vega, cuyo libro 'Fetasa', obra original y absolutamente 'sui generis', me subyugó en su momento.
Ahora que ha desaparecido lo lamento como si alguien cercano se hubiese ido.
Me ha llamado mucho la atención averiguar, por medio de la web del museo de ciencias que era un aficionado a la entomología.
Reproduzco en homenaje su texto sobre el origen del museo :


"Me introduje en el mundo de los pequeños dinosaurios gracias a la amistad que tenía mi padre con el naturalista y prestigioso entomólogo Anatael Cabrera. A él le debo el ofrecimiento de la llave mágica que me abrió las puertas de un mundo tan maravilloso. Una simple lupa y unas palabras de estímulo bastaron. Cuando aprobé el bachillerato mi padre me dijo: "¿qué prefieres, ingresar en los exploradores, una bicicleta o conocer a Anatael Cabrera?". y respondí: "conocer a don Anatael", porque ya era yo muy aficionado a los bichos. A partir de ahí, acudía todas las tardes a su casa en La Laguna, a estudiar entomología con él y cuando iba a la biblioteca, estudiaba en los libros de Historia Natural de Webb y Berthelot. Pero una de las veces, el libro que pedí estaba ocupado, cosa que me extraño. ¿Quién puede tener apetito por leer este tomo?, me pregunté. Y resultó que era José Mª Fernández. Un día lo esperé en la puerta y le pregunté si era aficionado a estudiar los insectos y me contestó que sí. A partir de ahí, entablamos una gran amistad y quedamos para salir de excursión a buscar pequeños dinosaurios. Después se uniría Manuel Morales Martín. Nos reuníamos los domingos en el antiguo café Cervantes (frente al teatro Guimerá), con nuestros atuendos de excursión de entomólogos: tubos, piquetas, frascos, mangas, mochilas,... y un día nos preguntaron a dónde íbamos con esos ropajes tan raros y con tantos cachivaches. "Vamos a buscar mosquitos", respondimos. Esta simple respuesta provocó una curiosa anécdota, ya que al domingo siguiente, cuando llegamos al café Cervantes, oímos una voz al fondo del bar que ordenaba: ¡marchando café para los tres "mosquiteros"!

Poco a poco fuimos creando nuestras colecciones y realizando estudios, pero hubo un momento en que ya no podíamos trabajar en nuestras casas por lo que acudimos al Cabildo a ver si nos concedían un local para colocar las colecciones y fundar un museo. Estaba de presidente Don Juan Ravina y le pareció una idea formidable. En ese momento llamó al alcalde, Joaquín Amigó, quien también acogió con buen talante la idea y propuso dos habitaciones grandes en un viejo caserón en la Granja. Para nosotros fue una extraordinaria noticia, porque vimos la posibilidad de realizar nuestras ilusiones. Pero claro, cuando llegamos, comprobamos que teníamos que poner de nuestra parte algún mobiliario y pusimos manos a la obra. Una vez instalados en nuestra sala, tuvimos mucha relación con entomólogos y geólogos importantes de toda Europa, que acudían a las excursiones para que les indicáramos donde estaban los ejemplares que querían colectar. Así llegamos a tener cierta fama de entomólogos, porque colaboramos en la única revista que había en España GRAELLSIA, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, donde publicamos varios trabajos sobre entomología canaria. José Mª Femández se encargó de estudiar los Coleópteros, Manuel Morales dedicó su atención a los Ortópteros y yo estudié el Orden de los Himenópteros. Posteriormente, pensamos que podíamos añadir al museo el material que había guardado en Villa Benítez, más que nada geológico y de fósiles. Estaba en cajas pudriéndose y cuando lo propusimos al Cabildo vieron los cielos abiertos. Así, montamos, de manera provisional, el museo, al que posteriormente acudieron muchos estudiantes de Biología que también nos acompañaban en nuestras excursiones. Hoy en día algunos de aquellos jóvenes como Amoldo Santos, Luisa Gallo, Antonio Machado, Aurelio Camero, son profesionales de mucho relieve. Años después, nos exigieron hacer oficial el museo y se nombró a Telesforo Bravo, el afamado geólogo, como director. Se formó, por entonces, un grupo de naturalistas muy bueno, donde siempre reinó una gran amistad y el interés por el estudio de la Naturaleza. El siguiente paso fue buscar un local mejor. El Cabildo acogió bien la idea y puso a nuestra disposición el Hospital Civil (actual ubicación), que hoy en día se ha convertido en un museo de primera categoría en España que está muy bien montado, gracias al trabajo y entusiasmo de directores como Telesforo Bravo, Juan José Bacallado y Francisco García-Talavera. Este magnífico museo actual, debe cuidarse, porque costó mucho fundarlo y hay ejemplares y colecciones de muchísimo valor que sirven de referencia sobre la fauna, la flora y la historia de Canarias."

Rafael Arozarena

3 comentarios:

Jesús Hernández dijo...

Hace unos días pasé por Femés y me acordé de Mararía (y de Arozarena). Su posterior muerte me trajo, además, el recuerdo de Isaac de Vega. Porque era director del colegio público San Benito (La Laguna), allá por los inicios de la década de los setenta, cuando uno comenzaba la andadura docente. Isaac tenía por lema hablar poco; era -si esto fuera una novela- parco en palabras. Imagínate un claustro y el dire con un papel en la mano: "Esto llegó de la Dirección Provincial, lee, Benito". Y Benito (para los noveles, don Benito, así como don Adrián, don Saturnino, doña Victoria, doña Ángeles...)leía, comentaba, ponía a debate...
Eso, recuerdos de años idos o memorias de un ayer no tan lejano.

wraitlito dijo...

Algo se comenta del carácter de D. Isaac por su pueblo natal,al parecer, su querencia de soledades es pareja a su parquedad.
Por cierto, veo que te animas con lo del blog.
Saludos.
P.D. : Tu entrevista a D.Antonio González ya la he leído y me ha gustado.

Damián Marrero Real dijo...

Siempre agradecí que en el Instituto me obligaran en su día, en el año 86, a leer Mararía. Con ella, con Tomás Morales, Agustín Espinosa o Fernando Garciarramos descubrí una cosa que se llamaba "literatura canaria".